miércoles, 8 de octubre de 2014

NUESTRO PRIMER DÍA

Yo te esperé, esperaba, esperaría,
como un suave roce del alba
cada día maldecía,
yo te soñaba
fuiste vida mía,
y te hiciste silencio
de madrugada,

el nunca de la noche
yo nunca lo creía,
todo es un reproche,
todo maldecía,

una mala fe incontenida,
una esperanza mal ubicada,
un porche sin silla balanceada,
un humo candente,
una escalera sin guía,

un marinero no esperado,
una gota en la deriva,
un viento frío de agosto,
un fuego interior que maldecía,
un presagio que mal decía,
una espantada,
una fiera empantanada,
una colosal mentira,
un abrigo que no abrigaba,
un cuerpo desnudo
vestido con sus trizas,

yo esperaba que tú esperabas
de algún beso una caricia,
unos ojos que me inundan,
unos ojos que te rindan,
una llovizna amortiguada,
una pista,
un vaivén en la almohada,
cuatro manos que sienten
amantes y convocadas.

Yo esperaba algún día
ajeno al anterior,
a los anteriores,
metidos en los interiores
aún en el alma fría,

yo nunca me creía
que al fin hay un final,
que todo es como igual,
como aquel primer día.

¿Cuánto nos dimos verdad?
parecía tontería,
abiertos a la posibilidad
infinita de la vida.
Que era soñar lo que queríamos ser
y que otro acontecer
ignorado se moría,

casta de poetas al ocaso,
productos de lloviznas,
y el Sol se nos esconde
y la Luna se intimida,
y si acaso yo medito
qué cosa yo diría,
qué cosa yo te lanzo
y que, con ella, re soñaras
nuestro primer día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario