Los silenciosos temas son aquellos
invisibles sobre puntos suspensivos
después de una interrogación,
y aunque vital la pregunta entre ellos
se visten de brumosos coloridos
las respuestas del corazón,
un arco iris y como tibio pastel
engolosinado por la duda del tiempo
la vida rápida discurre,
y con la mirada en el blanco papel
en la espera del alma describiendo
con el sueño que no ocurre,
el sabio dicta discurso al gañán
que en su aposento presume
del yantar de cada día,
y con todo este plan y afán
la sabiduría se consume
por la banal alegría,
el que sabe presume de ignorancia,
y el necio de su filosofía
en giros contrapuestos,
y aunque ninguno da con la gracia
todos muestran sin hipocresía
lo que llevan dentro,
lo que uno siente el otro intuye,
lo que el otro ignora uno más
como vagar por la niebla,
y muchos asuntos se diluyen
en el éter del nunca jamás
sin santo y seña,
las conversaciones de entre dos
pueden ser locuras mantenidas
en sus días y presentes,
y ninguno da con lo que son
los intereses de la vida
conscientes o inconscientes,
el diálogo permanente y sentido
es una labranza de a diario
que se debe regar,
que ya se esforzará el estío
de criar barbecho al campo
de cualquier pensar,
y por eso si yo te dijera
que con mi sangre te voy llevando
como una acequia,
entonces que más yo quisiera
que me fueras escuchando
cuando te acercas.
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