Si has pensado en irte no me dejes aquí,
méteme en un sobre y escribe esta dirección:
"Antes del Origen, -0'75, Éter"
No hace falta remite, el sobre será quemado,
no anotado, no te van a responder.
Urdirán los astros nuevos ciclos,
una permuta de elementos, caos sin razón,
¿Ya sabías que Dios jugaba con los dados?
otórgame al menos otra ocasión.
Las probabilidades son infinitesimales,
menos que la trillonésima de un trillón,
la genética de nuevo se inicia,
en cualquiera sabe qué lugar del universo
los átomos re entrarán en colisión,
hacen falta miles de millones de siglos
para que el mismo orden se produzca,
suena menos a milagro, y más a condenación
de que lo que ha sido pueda volver a ser,
que lo que vaya a ser alguna vez sucedió,
de que sucediera y fuera exactamente igual,
sin nada que mover, sin nada que tocar,
los infinitos detalles que acaecieron,
y desnudarlos de todas sus memorias,
de no recordar nada, ¿hacer de nuevo el Sol?,
¿Sabes que el Sol aparece porque explota otra estrella?
sus polvos y emisiones las fue regalando,
y el astro medio viejo, rey, y cansado,
no recuerda de dónde nació?,
se nace en la vida pero desde la muerte,
es preciso morir para nacer otra vez,
y cuando digo morir es morir muy de veras,
dejando en la senda hasta el dolor y el honor,
abandonar el orgullo del trabajo satisfactorio,
olvidar cualquier logro por mucho que lo sudaras,
olvidarte hasta del mañana que no es decir poco,
si ese mañana es aún sangre de un hoy dolor.
Supongamos por un momento que hubo error,
no me refiero a lo hecho sino a estrategia pretendida,
supongamos que aunque suene a surrealista
estaba en el no ser toda la cuestión.
Voy a plantear esta idea aunque suene a extraña:
creo que realmente perduran las cosas no hechas,
las palabras no dichas, los actos no realizados,
algo así como mil razones y ninguna conclusión.
Porque al final lo hecho o dicho ha sido lanzado,
a algún lugar del tiempo o del espacio real,
y de alguna manera ha sido como gastado,
agotado, vivido, sufrido, como los rayos del Sol,
y resulta que el Sol es producto de lo que queda,
es decir, de lo que aún permanece en su silencio,
(debo observar si somos como él igual
y no nos vemos alterados por lo que ya nos dejó),
si lo que queda es suficientemente capaz,
de independizar pasado, presente y futuro,
si al final el verdadero sentimiento es como mudo
que no quiere salir desde nuestro yo,
si es por miedo, por falsa seguridad o que sabe Dios,
que no queramos retraernos al antes del todo,
porque ya de antemano partamos de la misma duda,
de la misma duda que nos condenó,
déjame al menos volver e intentarlo de nuevo,
déjame que me confunda otra vez como prisionero,
ponle el sello, compúlsalo, agota el dinero,
aunque sea el último céntimo que el reloj te dejó.
Escribe el destino, méteme dentro, es decir,
mete lo que aún pueda quedar de mí,
quizás se salve el último átomo de la última molécula,
y quien sabe si en él estaba el amor.
Y si estaba, convenimos que es lo más grande,
el amor es lo más grande, hasta juega a ser Dios,
tan así que por muy chico se sabrá de nuevo
la hermosa y gran madre que nos creó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario