Hoy hablé sobre ella,
detalles que justo desconoce,
gestos que me apropio,
no sabe que va soltándolos
como lastres,
yo los engullo,
los asumo en mí,
si se los fuera a pedir
no me los daría,
pensaría que hay negocio,
se tira sobre todo lo inútil:
dos tiritas que camuflaron pudor,
una servilleta de bar con caligrafía,
el resto del medio café,
yo me quedé con sus inútiles,
con sus mediocridades,
con sus frases soltadas sin pasión.
Ella no iba a volver atrás la mirada,
no le interesaban sus inútiles:
la marca iluminada en el periódico,
el mechero casi sin gas,
el papelillo del azucarillo,
su marca de pintura de labio
en la copa,
el libro que ya había leído,
el sobre que ya había abierto,
la hoja con un domicilio,
la que pisó en el parque,
la tarde que se aburría,
la película que no le encantaba,
el buenos días tan aburrido,
todo lo que no era egoísmo,
su marchita flor,
sus frases sin pasión,
todo esto
y por amor.
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