Solo,
solo puedo mirarme, pensar
en cada perforación de mi cara
y
comerme la pluma para
que se deslice, solo,
solo yo puedo pintarme
mi
autorretrato despacio, sin
prisas, con calma,
solo,
solo yo puedo llorar
mis lágrimas,
entender
una a una, atenderlas,
oírme como
me adulan,
formar
con ellas dióptricos convergentes, partir
el rayo,
en
el crepúsculo, verde, morirme
un poco más en
el bucle poniente,
solo,
solo yo puedo verme, solo,
solo yo puedo verme,
solo,
solo yo puedo verme, solo,
solo yo puedo verme,
tú
no puedes verme, lo
que ves es
una lámpara incandescente
de
aceite negro y ya usado, maldito
seas aceite,
no
me hago de palabras, no
nací con el Sol de oriente,
no
me hago de verbos, no
soy usted de ustedes, no
pienso en alternativa,
no
soy ese, solo,
solo yo puedo decirme lo
que se debe de hacer
y
lo que no se debe, y,
con este planteamiento, voy
recorriendo el vacío,
a
Hess con su balneario, Miller
con sus equinoccios, Buesa
y sus escalofríos,
la
babosada de Kafka, la
relatividad de Ptolomeo,
lo
encontrado, lo perdido, la
noche se hizo sobre mi frente,
mi
frente como siempre se
hace de algoritmos,
todo
esto mientras diseño un Excel y
meto números para
mí sin sentido,
pero
tengo que hacerlo o
si no me
acusará mi enemigo,mi
dios, mi vecino,
los
fantasmas de todas las óperas, la
lógica de Russell, y
yo me veo a mí mismo, y
yo me veo solo, solo
a mí mismo, como
un estúpido mal
parido,
solo,
solo yo me
como a mí mismo.
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