Intenté mirar a través de tus ojos que llevabas a la espalda,
que peso te mandaban, qué precio te diste aquí.
Mientras algo se movía por un cristal sucio
varios intrusos ya tienen la fiesta pagada.
Me lo ibas diciendo con ganas decoradas
en el reflejo del invierno donde te conocí.
Como es adecuado saludan a la gente
mientras aflojan los nudos en las gargantas.
No vayamos a estropear esta noche mágica,
no largues esos asuntos que nunca tienen fin.
sueños de saciedad
¿es pronto verdad? pongámonos pues a partir,
salí corriendo como una columna de esporas
No había suficiente gente para todos
había que diseccionar el pasillo central
Miraba el periódico, buscaba una fecha,
fue un día doce, lo sé, me mordí la boca
¿por qué todo de rojo? no se entendía
ella se dispuso a bailar conmigo
su mirada era un presagio de abismos,
una sonrisa indecente y un extraño castigo
- Haz como que me quieres - ¿qué? - dije
- no entiendo -
- haz como que me quieres - ¿me quieres?
pude ver que era una herramienta,
tenía que aflojar el tornillo de alguien,
ella fue protestando, bebiendo y blasfemando,
su licor me metió en toda la cara.
Yo era un depósito indebido de vida
su entrada por favor ¿le acompaña alguien?
¿se ha fijado usted que a veces
le atacan por todos sitios?
es como si fueran unos locos
dispuestos a acabar con todo de una vez,
ratear por los zapatos descalzados,
por el sostén que no contiene,
por una piel con alfileres,
por unos ojos destronados,
por un vulgar fuerte ladrido,
por un bandido que no roba ni de broma,
por una hora de treinta y cuatro segundos,
por un mundo sin futuro y sin ahora,
por un no quiero y no puedo sostenido,
por un casino lecho y sin aroma,
por la carcoma de un ropaje vagabundo,
y por absurdo que parezca, nunca llora,
mas bien implora, tuerce el gesto,
sonríe, aflora, el deseo se anuncia,
la astucia es aguantar ahora,
no, ya no me acompaña nadie
YA NO ME ACOMPAÑA NADIE
el sueño ya es insaciable
me aventuraré, la amaré,
mi necesidad se tornará imborrable,
nos fuimos al coche, le di al cable,
sonaba algo pero al revés.
Tenía blancas mejillas de frío,
unas manos largas abrumadas,
y una bellísima mirada enamorada
a la que le di un beso de los míos.
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