jueves, 30 de enero de 2014

PLAN DE VAINILLA CON CEREZA NEGRA

Nos espera, irremediablemente nos espera,
los malditos agoreros ya lo iban diciendo,
suda, trabaja, cultiva, recoge, odia y ama,
¡oh día! ¡oh día llevado! el infierno espera,

plazos de tiempo nos fuiste a dar, miseria,
cuando ningún acto será consumado,
cuando todo acto de amor será presa de llama,
cuando toda ceniza desmemoriada se entierra,

cuando todo camino me recuerda loco pintor
que pintaba otros locos ir dando vueltas
en torno a zapatillas secas y viejas,
de un viejo loco que iba buscando el amor,

nos espera, se sabe irreductible y victorioso,
su sonrisa atroz delatadora permanece
al final de toda historia que parece que crece,
pero que no es más que navío en el fondo del pozo,

vórtices atormentados de tempestad de la vida,
plasma, sangría, orín de razones prudentes,
un gran inconsistente como un mar sin la sal,
en el sueño traidor de cada alba del día,

no permaneceremos, pero puede que sí la obra,
o su sombra, o su afecto con todo el entorno,
esas maravillas de los hombres y los hombros,
que fueron marcando puntos para todas las horas,

aunque sea egolatría de faraón o monarca,
o la bíblica barca donde metieron cada sexo,
aunque ni fuera por eso, sino engañar una mínima
fístula impura de la soberbia marca,

no nos engañemos, no, estamos destinados,
incluso a realizar destinos que nunca quisimos,
a ir marchando por la vida con el desatino,
a ir errando para siempre estar errando.

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