Ella se apenaba porque los sueños no se hacían reales,
tenía su hermoso caballo con el que exploraba el bosque,
y le hablaba a los pájaros, a los linces, y las ardillas,
y mientras tomó agua de una fuente fresca, les decía
¿qué tenéis vosotros que parecéis ser tan felices?,
¿por qué vuestro cantar? vuestro volar alegre,
enseñadme vuestro secreto
el topillo afanoso se giró, la culebrilla paró su siesta,
el alcaudón pensaba "qué pregunta más extraña",
pero inmediatamente miró al ciervo, ¿qué tenemos?
¿qué tenemos nosotros para ser tan felices?,
¿yo? yo voy rumiando por el bosque, sé de brotes,
el alcaudón aprovechó, cantaba sus dotes,
se posó en la falda blanca de ella, bebió de sus manos,
y le contaba una a una historias de hermanos,
de por qué parecía tenor de solfeo el Abejaruco Europeo,
por qué la cresta erizada y pilla de la Abubilla,
el canto dulce y tan fino del Acentor Alpino,
la orgullosa alzada del Águila Calzada,
su primo rojo, el Alcaudón Dorsirrojo,
y cómo no hablar, del Alcaudón Real,
el caminar sí no sí de la Alondra Ricotí,
de todo lo que aprendía la Alondra Totovía,
del gran tesón del Ánade Azulón,
y también del tozudo Ánade Rabudo,
el alto y pardo Andarríos Bastardo,
del nunca quieto Ansar Careto,
y sobre el Archibebe Común o Claro,
o el Arrendajo Euroasiático,
y el nocturno jaleo del Autillo Europeo,
y de los Avetorillos y los Avetoros,
el Avión Común y el Avión Roquero,
y los graves runruneos, run run,
de la Avoceta, Avutarda o Azor Común,
ella le atendía con paz y entusiasmo,
le maravillaba tanto diverso pájaro,
y aunque sabía que solo estaba en la A,
le conminó a la B:
Alcaudón a hablar, pero antes, decidme,
si tanta diversidad se ha hecho necesaria
o es una forma de haceros diferentes.
No, no es que quisiéramos ser diferentes,
es solo que cada uno interpretamos los colores
de la tierra, de los árboles de las flores,
a nuestra manera.
Bueno, eso también lo hacemos los humanos
y no hay tantos humanos tan diferentes como ustedes,
¿es asunto quizás de que vosotros tenéis alas?
¡Ah! podría ser, no sé muy bien como responder,
pero decidme antes: ¿Qué es la felicidad?
Por la forma que ha dicho esa palabra hiciste
que nos calláramos, estamos intrigado.
Como podría explicarlo,
ser feliz es vivir sabiendo
que todas las cosas están bien,
que todo es justo,
que se tiene lo que se quiere tener,
y ¡anda! por la forma de preguntar parece
que sabes que todas las cosas no están bien.
No, no todas las cosas están bien.
Me es extraño, y ¿no todo justo?
y ¿no tienes lo que quieres tener?
¿Qué quieres tener?
¿Yo? vuestra alegría e inocencia,
y la simplicidad del día,
escuchar el agua, complaciente,
y beberla fresca,
y sentir la compañía
como tú de las aves amigables,
en el mundo de los hombres
no todo es amable.
Hay daño y alevosía,
celos y temor e hipocrecía.
Algo de eso oí, pero, díme
¿para qué la hipocrecía?
No sé como te lo diría,
algo así como esconderse tras las ramas
para que no le vea la presa
que le llega con la fe,
en fin, así es,
dejemos esta historia, y cuéntame la cé.
pues que no se queda manca la Bamacla Cariblanca,
y mucho menos su suegra la Carinegra,
el sentido agudo del Bigotudo,
la chispita de la Bisbita,
y el dúo, Campestre y Chico, de los Búhos,
el aparente enfado del Buitre Leonado,
y cómo olvidar al Búho Real,
o al aparente siniestro Buitre Negro,
o el esmero del Busardo Ratonero,
y la que no se anda por las hojas,
la pequeña Buscarla Pintoja,
Ay todo lo quiero saber,
no me lo puedo creer,
¡qué divertidos sois!
sígueme con la C.
Ay, vale tú, pues que está el Calamón Común,
muchos son Común; la Calandria, el Camachuelo,
la Canastera, el Cárabo y el Carbonero,
aunque por los pinos el Carbonero Garrapinos,
o el de mucho lustre del Carbonero Palustre...
Y ya ella, dulce, lleva alas por el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario