Y aunque no lo abra
sé que siempre
estaréis ahí
acompañándome,
porque os pareceis
al crepúsculo
que llamo cada tarde,
el tañer amable,
con su invitación
a la madrugada,
y nos citamos en ella
abriendo páginas,
escribiendo poemas
entre coplas y clásicas,
... cantamos,
admiramos,
y alzamos las manos
a nuesvas escalas,
porque retamos sin protestas
seguir voces claras,
improvisaciones no virtuales
y realidades humanas,
por los deseos que la noche
nunca se acabe,
y si algún día no se abre
fuertes serán las amarras,
en mi puerto, las barcas
con roces cercanos,
sin temor al verdinegro
y tembloroso cordal,
pues marineros seremos
entre los rayos del faro,
en la claridad de las aguas,
de estas aguas que amamos.
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