El mar, sobre mi piel grabado,
ascendente, pues me resucita,
su voz, su rumor me excita
el corazón de niño que llevo al lado,
este mar profundo, nunca acabado,
y estas cadenas que me lo separan,
cadenas malditas,
que con ellas no decanto sal bendita,
cristalitos de agua no llegados,
soñé desde el amanecer de mi infancia,
tu luna pura,
y salté a ramas retando la suerte,
para lavar, con gotas de sangre,`
por ella, mi alma,
así te sentí vivo, mar humano,
con intensidad, con abrazo fuerte,
con beso en la cara,
y logré contigo, mar, hermano,
transformar conciente mi vida inerte
en las ondas de tus aguas.
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