No me lo puedo dejar de creer,
o sea, después de todo, me dices,
que no era en serio, que me olvide.
Que ahora me pides volver,
pero ¿que te has tomado?
¿tú te crees que se puede volver
después de los cuentos
que me has montado?
Que no lo pensaste bien,
ni las consecuencias ni el parné,
y a mí, que me ha costado un rato
olvidarte,
ir a los lugares de ninguna parte,
viajar por el mundo sin salir del baño,
inapetente por otros frutos salados,
olvidándome de los cumpleaños
de las cabras de mi rebaño,
des humeándome ya el café,
no saber ya que hacer
con el medio azucarillo
que repartíamos a diario,
volverme a hacer fumar...
¿que vuelva?
pero ¿qué te crees que me cuelga?
no querida, vaya plan,
arriesgar a segunda vez fatal.
¿Que me olvide? si ya me olvidé
de hasta mí y de hasta usted,
que no hubo ni hasta luego
y sí seguro novio nuevo,
¿que pasa?
¿que no le funcionó?
pues mira oye, que dolor,
se toma unaS aspirinas
o se va por las esquinas
a ver si viene un viento fresco.
No querida, así no es,
ni para mí ni para usted
ya no hay nada en el futuro,
que me costaron muchos días duros
en los que te olvidé.
No me venga con historias
de que acuda a la memoria
de los cariños del ayer.
Que esos no se tocan,
ahí se quedan,
y no hay ya manera
de que puedan volver.
¿Que se pone triste?
vaya chiste,
no crea que es venganza,
es la simple desesperanza
de que ya nunca jamás
nos volveremos a querer.
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