Queremos todas las respuesta de la vida, bueno, realmente dudo que las queramos. Imagina por un momento que ya las tuviera. ¿Somos entonces como Dios y podríamos modificar el futuro? ¿Qué sentido tiene preguntarse qué pasaría si...?
¿Qué sentido tiene ir a una sala de cine pero sabiéndose ya la trama? Esto es diferente, o quizás no. Puede que asistas porque quieres disfrutar otras cosas colaterales, el aroma de la sala, el aire envolvente, la música, la fotografía. Ocasionalmente porque quieres volver a verla, repetirla. Pero ¿nuestras vidas son como un montaje cinematográfico?
Podemos hablar y hablar y confrontar opiniones, citarnos y debatir sobre ello, ¿sería interesante que antes de reunirnos supiéramos de antemano lo que vamos a decir o hacer? ¿es conveniente? Y si lo es ¿para qué es conveniente? ¿para asistir o no?
Sé que estoy lanzando muchas preguntas y aún no he respondido a nada, ¿es preguntar una forma de responder? Yo a veces lo uso con mis alumnos, mis amigos, mi familia. No lo hago porque me niegue o rehuya responder. Evidentemente depende del tipo de pregunta claro está: no es lo mismo que me pregunten como se resuelve una ecuación de segundo grado que qué haría si estuviera en una isla desierta solo con otra persona, o tomando café en una tarde lluviosa, o paseando por el parque. Estas cosas no son ecuaciones de segundo grado, son de desconocidos grados, desconocidos por descubrir.
Y así es la vida, desde el principio hasta el fin.
Y así es la vida, desde el principio hasta el fin.
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