lunes, 2 de marzo de 2015

VERNOS A DIARIO

Yo canto porque vivo
cada día un lugar,
historias que van
mojándome su jugo,

yo miro porque tengo
la inacabable vocación,
de sentir con pasión
la floración del mundo,

yo toco porque obtengo
sin ansiedad mim paz,
y en el día, al final,
en los sueños yo sucumbo,

yo escribo porque digo
lo que late el corazón,
y vuelco vibración
con sangre que yo sudo.

Abro espacio para ti,
como una lámina verde,
que sonríe solo al verte
con el brillo en el azul,

abro el tiempo para mí,
para ver en el crecer,
las raíces del ayer,
que me llevaron a ti,

leo tu prosa, la hago en mí,
gitanillas y jazmines,
ondulando en los jardines
de agua y luz del sur,

y aunque no pudiera decir
cómo tú lo haces sin querer,
tengo alegría de saber
aferrarme a ti.

Por ti es siempre mi espera,
la que me late y que me lleva
por el camino que me trazas.

Yo te aguardo en la esperanza
de renacer la primavera.

Y yo a tu lado el sentirla.

Y yo te amo al vivirla.

Volar por riberas,
juntar las manos.

Y los nervios de mirarnos.

Y las sonrisas verdaderas.

Aprecio o inocencia.

O vernos a diario.

Escribo sin la vocación del precio,
sin excusas, sin desprecios,
ni fugacidades del alma.

Ya no hay miedo, como el cielo,
que nunca se desgrana
en una caótica amalgama
de extraños sentimientos.

No, ya no hay miedo,
ni nunca lo hubo,
ni logro obtuvo.

Amor y paz en las palabras,
que con ellas se elevarán
las alegrías de nuestro mundo.

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