Efímera suerte la mía
que fueras extraña
hasta el crepúsculo,
y amaneciste
¿por qué?...
si yo dormía.
Si desprendes con tu mirada
algo de dulzura,
además de tus lamentos,
si permanece un sentimiento,
ínfimo... capaz del cambio,
¿por qué no el cambio?
a nada te lleva
ese extraño viento.
Corta y vieja la suerte mía
de hacerte mía
en mil años.
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